Este modesto blog está dedicado a las mujeres de mi familia: a mi abuela de Cádiz, que siempre tenía sus manos entretenidas con lana o hilo; a mi abuela de Córdoba, cuya caja de costura era para mí el baúl de los tesoros; a mis tías, que aún sacaban tiempo para tejer o bordar; a mi hermana, que como terminó una mantelería que yo había empezado, ahora es de su propiedad (¡bien hecho!), y sobre todas las cosas, a mi madre, que me inculcó el deleite de las cosas bien hechas y que siempre me animó dejándome utilizar sus hilos.
A todas ellas: ¡Gracias!.
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